Roaming 15
Sobre su pecho flores carmesí
16/03/2016 - La Voz de Almería
Pocos recuerdan a Nino Bravo. Quizá los pantalones de campana y las patillas gruesas
vuelvan a llevarse, porque la moda siempre vuelve, pero Nino Bravo no. El eterno candidato a
Eurovisión es uno de esos cantantes que acabaron convirtiéndose en el pretexto de álbumes
recopilatorios muy rentables o, peor aún, en carne de karaoke para que algún nostálgico
plomizo, muy tarde ya en la noche, se empeñe en desafinar con una de sus canciones.
Pocos recordarían la canción Libre si Amena no la hubiera usado para un anuncio hace
años o si el Chaval de la Peca no la hubiese incluido en la fritanga de superéxitos para
gasolineras.
La canción Libre estaría inspirada, al parecer, en Peter Fechter, un alemán que con 18 años fue asesinado al cruzar el muro de Berlín. Fue el primero pero no el último. Casi nadie recuerda que los europeos también fueron refugiados. El olvido es la perdición, pero contra él existe la música. Las canciones no se escriben para decorar, se escriben para salvar a alguien. Y un día el salvado podrías ser tú.
La canción Libre estaría inspirada, al parecer, en Peter Fechter, un alemán que con 18 años fue asesinado al cruzar el muro de Berlín. Fue el primero pero no el último. Casi nadie recuerda que los europeos también fueron refugiados. El olvido es la perdición, pero contra él existe la música. Las canciones no se escriben para decorar, se escriben para salvar a alguien. Y un día el salvado podrías ser tú.
Sin embargo, los autores de Libre nunca reconocieron que la canción estuviera basada
directamente en Peter Fechter. Tampoco Nino lo admitió. De todas formas, aunque así fuese,
daría igual, porque la canción no habla únicamente de ese muchacho, sino de todos los que
alguna vez huyeron del terror y soñaron que las alambradas sólo eran un trozo de metal. Porque
la música salvó a Charles Aznavour después de que sus padres huyeran del genocidio en
Armenia. Porque una beca para tocar en Alemania salvó a Ara Malikian de la guerra en el Líbano.
Nino también soñaba con irse lejos de aquí. Su voz fue una cascada fresca en aquella
España tremebunda de los últimos estertores del Franquismo, aquel país rancio del que tantos
otros huyeron para encontrar refugio en Europa o América, en otros horizontes donde el sol cada
mañana brillara más. Un anhelado lugar
que podríamos llamar Edén, Utopía, Islas Afortunadas o país del primer mundo.
Hasta en dos ocasiones Nino intentó ir a Eurovisión, pero en su lugar fueron Karina y Julio
Iglesias. Puf. Con razón perdimos. De todas formas, ¿para qué participar en esa farsa de festival?
¿Para qué Eurovisión de cartón-piedra? Europa de cartón-piedra. Vaya timo.